20 de enero de 2016

Voces de los Árboles


Caminando por el bosque en Nicaragua un árbol me toco y me abrió los ojos, los oídos y todos mis sentidos y pude escuchar su voz y las voces de centenares de estos seres sensibles, generosos y amorosos.
El árbol es un majestuoso pochote que con su copa casi besa las nubes y me dijo con su voz soprana y su rostro tierno cubierto por espinas, igual que toda su piel “todos los árboles estamos interconectados en vida verde, somos un todo, ahora escucha lo que dicen todos tus hermanos, mis hermanos”.
Y escuche a partir de ese momento una conversación colectiva de cientos, miles de árboles de todas las formas, siluetas, tamaños, olores, cargados de hojas, flores, frutas, sentimientos, conocimientos y millares de seres vivos que les dan posada.
Una Caoba con voz de silbido, su piel de color vino tinto, y su cabellera tipo “afro”, narra innumerables historias de cómo sus semejantes fueron usadas para hacer barcos y cruzaron todos los continentes, ellas albergan la cronología de los encuentros y desencuentros de pueblos, idiomas, culturas, el caminar de la humanidad durante siglos, se lamenta que l@s cristianos desconozcan la relación entre los árboles y la historia.
Un Cedro real, con tonalidad ronca, de piel morena y perfumado como solo él, se queja que millones de sus hermanos han sido talados en América Central y la Amazonía para emplearse en muebles e instrumentos musicales y critican que las universidades no hayan divulgado lo suficiente como los bosques generan gratuitamente el oxígeno que respiramos y que gracias a ello existe la especie humana.
Una pareja de Ñámbar, delgados, esbeltos, finos, con rostros color naranja, sus voces bastante diáfanas, hablan desconsolados de la indiferencia de la mayoría de los habitantes del planeta frente a todas las bondades de los sociedades de árboles, con tono de denuncia cantada expresan que cuando existen territorios poblados de árboles éstos se convierten en grandes sumideros de los contaminantes que generan las fábricas y las grandes ciudades, absorben las lluvias e impiden las inundaciones, son fuente de energía, son generadores de las medicinas, son reservas de aguas y es el hábitat de la diversidad animal, vegetal, cultural y espiritual del planeta azul.


Una familia de chilamates frondosos, tupidos, forman como lluvias de hojas y bejucos, y nubes de flores, pero que no están en el cielo, sino en sus troncos. Ellos lloran colectivamente mientras hablan, todos cuestionan apocalípticamente la indolencia de las personas, solo unos llamados ecologistas, jóvenes ambientalistas, cuidadores de la Madre Tierra, Scouts, Movimiento Guardabarranco, entienden la importancia de preservar y conservar todas las especies de árboles, solo ellos se conectan con los árboles, solo ellos predican que los árboles son el origen de la seguridad alimentaria, garantizan la fertilidad de los suelos, mitigan el cambio climático, originado por la forma loca de vivir de los “terrícolas” que no aman la Tierra.
Escucho tantas voces, gritos, gemidos, llantos, profecías de tantos árboles Jocotes, Madroños, Guayabos, Laureles, y muchos más, todos viven aún en Nicaragua, aunque varios de ellos están en peligro de extinción, he grabado sus parlamentos, un día de estos, les seguiré contando, todo lo que escuche…

Continuará…

Carlos Emilio López Hurtado
28 de junio de 2015

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