11 de junio de 2010

Falta acercarse a la gente

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Aunque no está dispuesto a venderle el alma al diablo, Carlos Emilio López tiene fe en que los diputados de la Asamblea Nacional lo elegirán Procurador de Derechos Humanos
Carlos Emilio López, candidato a Procurador de Derechos Humanos


Un escritorio de asceta. En una mesa, unos peluches. En la pared, una mariposa. Saluda con su cara de monaguillo, aunque en verdad no es católico, sino evangélico. Y advierte:

—Soy cristiano. Pero no un cristiano sectario.

En estos días anda en campaña porque aspira a ser Procurador de Derechos Humanos. Lo apoya una gran cantidad de organizaciones de la sociedad civil y de organismos no gubernamentales, al igual que la bancada de Camino Cristiano. No cuenta con el apoyo oficial de ninguna bancada mayoritaria, pero aún así, está listo para dar la batalla antes del 17 de junio, cuando se debe dar la elección. Varios legisladores le dan su voto a título personal.

“Estoy optimista”, dice.

No oculta su orgullo por haber dedicado diez años a trabajar a favor de los derechos humanos y de los derechos de la niñez, antes de ser procurador. En la actualidad lleva ya cuatro años y medio como procurador especial para la niñez y la adolescencia.

Es tímido. Lo académico a veces lo vuelve pan sin sal, árido como un discurso, pero es de buen corazón. “Tengo confianza en ser electo porque reúno los requisitos, la trayectoria y la solvencia profesional”, resalta.

Nació hace 36 años en el barrio Cuiscoma de Granada, que debe su nombre a una anciana de más de cien años a la que apodaban Cuis...coma. El barrio de su niñez ha estado lleno de personajes como Panchito de los Bollos, un hombre que a sus cuarenta años se echaba a correr con las motocicletas; Juan Cachimba, un hombre que solía cantar los boleros de la Sonora Matancera y cuya voz se escuchaba a dos cuadras de distancia; o personajes como Charles Bronson, jugador de softball y bailarín de las calles.

A su propio padre, Carlos Emilio López Estrada, le apodaban Capetillo en honor a un personaje radial. Profesor de inglés toda su vida, su padre es descendiente de José Dolores Estrada y por tanto, él resulta ser tataranieto del héroe nacional.

Su madre, Gladys Hurtado Chavarría, se ha dedicado toda la vida a vender bisuterías en San Carlos y en Costa Rica, viajando a través del lago de Granada y del Río San Juan.

“De ambos aprendí el amor al estudio y el amor al trabajo”, asevera.

No olvida, por ejemplo, que cuando se iba a dormir, su padre quedaba desvelándose estudiando la fonética del inglés. “Si querés ser alguien en la vida, hijo, tenés que leer”, le advertía.

El consejo lo tomó al pie de la letra. “Mi vida ha sido estudio y trabajo”, explica.

Aunque sus padres son católicos, un amigo de la adolescencia le abrió las puertas del evangelio, las que nunca ha abandonado, al punto que hoy es teólogo. Después estudió sociología y abogacía.

Nunca se ha fumado un cigarrillo. Nunca se ha emborrachado. Alguna vez se ha tomado una copa de vino en una recepción social. Pero no más.

Desde adolescente, en labores cristianas, colaboró con mujeres en prostitución y con comunidades que necesitaban letrinas. La revolución irrumpió en su vida siendo un adolescente y él fue uno de los más jovencitos alfabetizadores en el Mombacho, a la edad de once años. Hizo cortes de café y ayudó en la educación a adultos.

Lo que no cumplió fue el servicio militar obligatorio, pues cuando lo iban a reclutar estaba recién operado y era muy delgado, “una muerte quirina”, de modo que lo declararon no apto.

“Yo no estaba de acuerdo con la guerra, porque soy cristiano y creo que no hay que agredir a nadie, el Señor me protegió porque yo no hubiera podido disparar un fusil, porque va en contra de mis principios”, argumenta.

En los años noventa se dedicó a estudiar y a trabajar. Ahora tiene un reto político enfrente que no le amedrenta. Es padre de tres niños pero su vida marital es asunto privado, señala.


—¿Por qué quiere ser Procurador de Derechos Humanos?

—Nicaragua necesita una agenda de derechos humanos. El país necesita que en todos los temas de decisión nacional, se considere los derechos humanos como un eje transversal. En la formulación de las leyes se debe considerar los derechos civiles, los derechos políticos, los derechos ciudadanos. En la formulación de las políticas económicas se debe considerar los derechos económicos sociales. En las negociaciones con los organismos multilaterales se debe considerar los derechos sociales. En la política ambiental se debe considerar los derechos ambientales. Yo quiero asumir la Procuraduría de Derechos Humanos para contribuir al país en estructurar una agenda de derechos humanos que coadyuve al desarrollo del país.


—¿Y está dispuesto a enfrentarse a los poderes fácticos? Es decir, los que violan los derechos humanos son gente con mucho poder...

—Estoy dispuesto a que la Procuraduría asuma la investidura y el rol para la cual fue creada por la Constitución. Para que asuma el rol que le da la Ley 212: la filosofía de la ley establece que la Procuraduría es el gran auditor del Estado en materia de derechos humanos. Yo estoy dispuesto a inyectarle ese sentido. Pero yo no voy a realizar mi labor con un espíritu confrontativo.


—Los diputados que lo van a elegir generalmente eligen a personas que, por decirlo del modo popular, le venden el alma al diablo, es decir, que se comprometen con ellos. ¿Usted va a venderle el alma al diablo para ser electo?

—Yo me estoy comprometiendo con la Constitución, con las leyes, con el ordenamiento jurídico, con el país, con todos los diputados, en el sentido de que la Asamblea Nacional, como uno de los Poderes del Estado, debe contribuir a la gobernabilidad del país y al fortalecimiento del Estado de Derecho y de la democracia. Me comprometo a contribuir a formular el proyecto de Estado Nación. No desarrollaré mi trabajo con un espíritu inquisitivo, sino que mi labor de fiscalización la desarrollaré con un espíritu constructivo.


—¿Pero le va a vender el alma al diablo o no?

—No.


—¿Qué le falta a la Procuraduría hoy?

—A la Procuraduría le hace falta acercarse más a la gente. Hemos sentado las bases funcionales y operativas, pero ahora hace falta que la Procuraduría vaya a la gente. La ley dice que los casos los podemos asumir por denuncia o de oficio. Creo que hemos tenido una actitud muy receptiva. Hay que ir a las comunidades, al sistema penitenciario, a los departamentos de Policía, a las maquilas, a los territorios de los pueblos indígenas, ir a las reservas de biodiversidad del país. Creo que a la Procuraduría hay que darle un espíritu más proactivo.


—¿Por qué usted merece ser procurador?

—Los partidos políticos van a ganar. La democracia va a ganar. Estarían nombrando a una persona que tiene respaldo de la ciudadanía. Los partidos quedarían bien con la opinión pública. El país ganaría porque trabajaríamos por la institucionalidad del país. El trabajo no lo haré solo, sino con un equipo, entre todos. No lo voy a hacer solo. Ganarían las instituciones del Estado porque mi gestión será eminentemente propositiva.


DEL ABORTO A LA EUTANASIA

¿Eutanasia?
Hay que debatirlo mucho. En el debate debe privar el derecho a la vida.

¿Aborto?
Igual. Hay que respetar el derecho a la vida.

¿Homosexualidad?
Todas las personas tenemos derechos humanos.

¿Relaciones prematrimoniales?
Todo tiene su tiempo.


EL ASESINO DE CINTIA

Su hermana de 18 años, mejor alumna en sus estudios universitarios, fue asesinada de manera atroz y el hecho todavía le parte el alma a su familia. “La partida de Cintia marcó mi vida y la de mi familia. Uno está todos los días luchando contra las formas de violencia, y que de pronto vos vivás en carne propia eso, por mucha sensibilidad y compromiso, nunca lo podés entender en todas las dimensiones, te mueve los cimientos de tu vida”, expresa.

Pero hay que salir adelante, insiste. El espíritu de Cintia debe ser fuente de inspiración. “Un voto de renovación”, ilustra.

Carlos Andrés González González, el asesino, fue procesado y condenado a la pena máxima, treinta años por el delito de asesinato, pero no se le ha encontrado.

Lo han buscado en Nicaragua y en América Latina pero ha sido imposible localizarlo. “Tengo la confianza de que la Policía Nacional lo va a encontrar. Cintia es un símbolo. Hay miles de Cintias en Nicaragua. En nombre de Cintia seguimos trabajando para que no exista impunidad en los casos de violencia”, recalca.

Todavía ignora por qué razón fue asesinada su hermana.

Publicado en La Prensa por Eduardo Marenco Tercero el 2 de mayo de 2004

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