16 de enero de 2016

Hermanas y Hermanos


Gratitud al Señor a dos años del renacimiento


El 20 de Mayo del 2012, hace dos años tuve el accidente que me cambió la vida. A la 1 ½ de la tarde, yendo a visitar a mi Madre a Granada, un vehículo a toda velocidad se me atravesó en la carretera a Masaya, en el kilómetro 27, por esquivarlo, se aceleró la maquina a 120 kilómetros y me estrellé contra un muro y un árbol, el vehículo que conducía quedó totalmente destruido y mi cuerpo con múltiples fracturas, lesiones externas e internas y fuertes golpes. El Señor preservó mi vida y la de mi hija Camila, quien me acompañaba.
Todo este tiempo he estado compartiendo con ustedes, parte de los milagros que el Señor ha hecho en mi vida.
Pase una semana en el Hospital Militar, luego 5 meses en Cuba, recibiendo atención médica, luego un mes más y después de eso, un proceso de recuperación y rehabilitación, hasta hoy,
El Señor me ha hecho transitar primero de la muerte a la vida; de vivir una serie de operaciones, del cuarto al quirófano una y otra vez; de pasar postrado en la cama, sin moverme a salir de la cama; de andar en silla de ruedas, con un pesado fijador metálico, a salir de ella; de caminar a paso lento con dos muletas, a caminar un poquitito mejor, con una muleta y ahora a caminar un poco mejor, con un bastón. El camino ha sido largo, pero en cada centímetro ha estado el Señor y el cariño, amor y las oraciones de ustedes hermanas, hermanos, amigas, amigos.
Comparto con ustedes dos oraciones, que las escribí estando en el Hospital “Frank País” en Cuba, solo trasmito la experiencia espiritual de ese momento, pero que sigue estando tan presente como este instante. Aquí su transmisión literal.

Gratitud al Señor por haber salvado mi vida y la de mi hija e hijos


“Bendice alma mía a Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades. El que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida”. (Salmo 103)

Gracias Señor, por haber salvado mi vida en el accidente.
La forma como quedo el carro desbaratado y destruido era para haber muerto.

Gracias Señor, porque Carlos Evo y Wanki no aceptaron ir conmigo, si ellos hubieran ido en la parte de atrás del carro hubieran quedado hecho pedazos, pudieron haber muerto.
Gracias Señor, porque Camila a pesar que iba conmigo, en la parte de adelante del carro, no le paso absolutamente nada, su vida la preservaste, mandaste tus ángeles, que acamparan cerca de ella, para que no sufriera rasguños.
Gracias Señor, por preservar la vida de mi hija y la de mis hijos.
Gracias Señor, porque apareció una buena samaritana, que trabaja en el Hospital Militar, me reconoció y gracias a ella me atendieron rápido; era la asistente del Director del Hospital quien saco a Camilita del carro y llamó a la ambulancia para que la atendieran en el Centro Medico “Cruz Azul” de Masaya, el lugar más cercano de donde estábamos.
Gracias Señor, porque a pesar que quede atrapado en el carro, convertido en acordeón, producto que me estrelle contra un árbol y un muro, a una velocidad de 120 km por hora, no me desangre, ningún vidrio u otro objeto entro a mi rostro u órgano vital, solo pequeñas cortaduras en la cara, y lesiones en órganos internos, que sanaste muy rápidamente.
Gracias Señor, porque otros samaritanos, los bomberos llegaron rápido, me pudieron sacar con vida, usando para ello maquinas hidráulicas, por más de una hora, realizaron esta labor. Gracias Señor que no morí, a pesar de la pérdida de sangre todo ese tiempo, con sangrados abundantes y fracturas expuestas.
Gracias Señor, por María Lily porque estuvo conmigo, desde el momento del accidente hasta avanzado el proceso de rehabilitación, cuidándome, alimentándome, apoyándome, animándome, bañándome, consolándome, protegiéndome, sanándome instante a instante.
Gracias Señor, porque he podido ver, sentir el amor de mi hija e hijos, mi papa y mama, mis hermanas y el cariño de Carolina y Jazmina hacia mi en todo el proceso de sanación.
Gracias Señor, porque muchas personas, pastores, pastoras, líderes religiosos y sociales y organizaciones comunitarias han manifestado su cariño y amor por mí; por medio del envío de flores, mensajes escritos, telefónicos, chats, correos electrónicos y al Facebook.
Gracias Señor, por el apoyo del Hospital Militar, de su Equipo de Dirección y de todo su personal médico y de enfermería durante la primera semana después del accidente, que estuve en ese centro.
Gracias Señor, porque preservaste mi vida en esos cuatro lavados quirúrgicos, en donde me extrajeron pedazos de vidrio, metal y otros materiales, en tan solo una semana, que me hicieron en el Hospital Militar, en medio de una situación de infección y mucha pérdida de sangre; además de la operación que me hicieron de reconstrucción del codo izquierdo y la colocación de una tracción primero y luego un yeso en la pierna izquierda.
Gracias Señor, porque evitaste que perdiera la pierna izquierda.
Gracias Señor, porque usaste al Presidente de la República, Comandante Daniel Ortega y a la Coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo quienes me enviaron de forma rápida a Cuba en un avión del Ejército de Nicaragua, este vuelo fue directo al país caribeño, esto permitió una atención rápida y evitó mi muerte. Gracias Señor por la cooperación solidaria de Edwin Castro Jefe de la Bancada del FSLN en el Parlamento, el Embajador de Nicaragua en Cuba desde el principio hasta concluir mi proceso de sanación durante estos cinco meses en el Hospital.
Gracias Señor, porque me enviaron en una semana al Hospital “Frank País” de Cuba, uno de los mejores de América Latina en asuntos de ortopedia
Gracias Señor, porque me recibió, atendió y operó el Director del Hospital el Profesor Rodrigo Álvarez Cambras uno de los mejores ortopedistas a nivel mundial; además me acompañó el Dr. Hugo Miranda excelente ortopedista, el Dr. Zaimel tremendo infectólogo y ortopedista, el Dr. Chávez acucioso internista, Dr. Lache Anestesista, Félix Ortiz magnifico fisioterapeuta y otros clínicos generales, cirujanos y otra cantidad de personal médico de la neurología, psicología, y de enfermería que estuvieron pendiente de mi todo el tiempo, incluyendo a Roberto responsable de la cocina y nutrición del Hospital.
Gracias Señor, porque salí bien de los tres lavados quirúrgicos en el “Frank País”, en uno de ellos me sacaron nuevamente vidrios y otros elementos. Cada lavado era una operación ya que entraba a un quirófano, me anestesiaron, me abrieron la pierna izquierda para limpiar, introducir gazas con antibióticos, examinar, manipular los huesos y otros procedimientos más.
Gracias Señor, porque a pesar que uno de los médicos, me había dicho en el Hospital que producto del gran impacto recibido, se me había movido todo el sistema óseo, muscular y la pleura pulmonar. A la hora que me realizaban las placas, radiografías y exámenes de todo tipo, en todos salí bien.. Salió bien mi corazón, hígado, pulmones, riñones, mi cráneo ileso. Solo encontraron fracturas en el codo, fémur, tibia, rodilla, pie y dedo gordo de la parte izquierda, y una lesión en el Baso, esta ultima fue sanada por ti Señor y no mereció operación.
Gracias Señor, por la atención psicológica, la Dra. Mayda a quien usaste para atender mi parte emocional.
Gracias Señor, porque me sanaste de todas las diarreas constantes, que sumada a la pérdida de sangre, me colocaron en una situación de deshidratación, debilidad, y bajo peso; pero de todo eso tú Señor me levantaste y fortaleciste hasta hoy.
Gracias Señor, porque me sanaste de la infección que tenía en la pierna, la cual podía producir la pérdida de ella e inclusive causar una infección generalizada que me llevara a la muerte. Tu Señor eliminaste todas las bacterias y virus de mi cuerpo, las unidades con que se miden las infecciones, estaban arriba de 300 y lo normal era 12, luego los bajaste a 3, Aleluya!.
Gracias Señor, por haberme subido la hemoglobina, llegue a tenerla a 7 colocándome en estado de anemia y la subiste a estado normal de hombre fuerte.
Gracias Señor, porque supere todo lo referido a las transfusiones de sangre, me hicieron cuatro en Nicaragua, equivalentes a dos litros y en Cuba solo me pusieron “una bolsita”, equivalente a medio litro de sangre. No presente ningún rechazo, ni afectación.
Gracias Señor, porque recupere el apetito, hubo momentos que no podía comer nada; y la mezcla de diarreas y poca ingesta de alimentos puso en riesgo otra vez mi existencia; pero me sanaste de todo eso, hasta llevarme de nuevo a mi peso, inclusive con nuevas formas musculares, más solidas y torneadas. Me levantaste de ese estado esquelético, débil y frágil en el que me encontraba para llevarme a estar fuerte física y espiritualmente.
Gracias Señor, porque pude resistir recibir antibióticos intravenosos por 2 meses y luego me diste la fuerza de resistir un mes más de antibióticos ingeridos por medio de tabletas.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza para resistir tomar centenares de pastillas, recibir inyecciones diarias y estar expuesto a extracciones constantes de sangre para diferentes exámenes.
Gracias Señor, porque operaste mi pierna izquierda, reconstruiste mi fémur, instalaste el fijador de acero que pesa 6 ó 7 kilos por medio del Profesor Rodrigo y otros de los mejores médicos de Cuba.
Gracias Señor, porque mi pierna no sangro, después de la colocación de los fijadores, ya que casi todas las personas operadas sangran después de este tipo de cirugías, el sangrado solo se dio durante la colocación del fijador.
Gracias Señor, porque a pesar de que mi cuerpo estaba cubierto de moretones azules, rojos y amarillos ninguno de ellos se transformo en algo grave.
Gracias Señor, porque cicatrizaste rápido todas las heridas de mi cara, piernas, pies, codo y otras partes del cuerpo.
Gracias Señor, que me sanaste de las escaras que me habían salido en la espalda, piernas y glúteos.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza y la paciencia para soportar tres meses de dolor en el pie izquierdo, el peso y la incomodidad de los fijadores.
Gracias Señor, porque resistí dormir con luz, cuando siempre he dormido en la oscuridad; dormir boca arriba, cuando toda mi vida he dormido boca abajo; comer comida grasosa y con mucha carne de cerdo, cuando por muchos años he comido sin grasas y una dieta principalmente en base a frutas y verduras.
Gracias Señor, que me sanaste de una pulmonía que me dio, días antes de regresar a Nicaragua.
Gracias Señor, porque sanaste mi alma, mi espíritu y cuerpo y así podre usar mis brazos, piernas y el corazón para servirte.
Gracias Señor, porque en Nicaragua quedo activada una red de personas que formaron cadenas de oración y clamor a ti, que eres mi sanador.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza para resistir todos los dolores, desvelos, angustias frente al borde de la línea de la muerte durante estos cinco meses.
Gracias Señor porque en estos meses me salvaste la vida, me cuidaste las piernas y brazos, me levantaste de la cama, me voy de regreso a Nicaragua, en silla de ruedas, pero completo y me voy Señor con la fe que me vas a levantar de esta silla, me vas a quitar estos fijadores en unos meses y pronto harás que vuelva a caminar.
8 de Septiembre 2012
Habana Cuba
Carlos Emilio López Hurtado


19 de mayo 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario