Hermanas y Hermanos
Gratitud al Señor a dos años del
renacimiento
El 20 de Mayo del 2012, hace dos años
tuve el accidente que me cambió la vida. A la 1 ½ de la tarde, yendo a visitar
a mi Madre a Granada, un vehículo a toda velocidad se me atravesó en la
carretera a Masaya, en el kilómetro 27, por esquivarlo, se aceleró la maquina a
120 kilómetros y me estrellé contra un muro y un árbol, el vehículo que
conducía quedó totalmente destruido y mi cuerpo con múltiples fracturas,
lesiones externas e internas y fuertes golpes. El Señor preservó mi vida y la
de mi hija Camila, quien me acompañaba.
Todo este tiempo he estado compartiendo
con ustedes, parte de los milagros que el Señor ha hecho en mi vida.
Pase una semana en el Hospital Militar,
luego 5 meses en Cuba, recibiendo atención médica, luego un mes más y después
de eso, un proceso de recuperación y rehabilitación, hasta hoy,
El Señor me ha hecho transitar primero
de la muerte a la vida; de vivir una serie de operaciones, del cuarto al
quirófano una y otra vez; de pasar postrado en la cama, sin moverme a salir de
la cama; de andar en silla de ruedas, con un pesado fijador metálico, a salir
de ella; de caminar a paso lento con dos muletas, a caminar un poquitito mejor,
con una muleta y ahora a caminar un poco mejor, con un bastón. El camino ha
sido largo, pero en cada centímetro ha estado el Señor y el cariño, amor y las
oraciones de ustedes hermanas, hermanos, amigas, amigos.
Comparto con ustedes dos oraciones, que
las escribí estando en el Hospital “Frank País” en Cuba, solo trasmito la
experiencia espiritual de ese momento, pero que sigue estando tan presente como
este instante. Aquí su transmisión literal.
Gratitud al Señor por haber salvado mi vida y la de mi hija e hijos
“Bendice alma mía a Jehová y bendiga
todo mi ser su santo nombre.
Bendice alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios.
El es quien perdona todas tus iniquidades. El que sana todas tus dolencias, el
que rescata del hoyo tu vida”. (Salmo 103)
Gracias Señor, por haber salvado mi vida
en el accidente.
La forma como quedo el carro desbaratado y destruido era para haber muerto.
Gracias Señor, porque Carlos Evo y Wanki
no aceptaron ir conmigo, si ellos hubieran ido en la parte de atrás del carro
hubieran quedado hecho pedazos, pudieron haber muerto.
Gracias Señor, porque Camila a pesar que
iba conmigo, en la parte de adelante del carro, no le paso absolutamente nada,
su vida la preservaste, mandaste tus ángeles, que acamparan cerca de ella, para
que no sufriera rasguños.
Gracias Señor, por preservar la vida de
mi hija y la de mis hijos.
Gracias Señor, porque apareció una buena
samaritana, que trabaja en el Hospital Militar, me reconoció y gracias a ella
me atendieron rápido; era la asistente del Director del Hospital quien saco a
Camilita del carro y llamó a la ambulancia para que la atendieran en el Centro
Medico “Cruz Azul” de Masaya, el lugar más cercano de donde estábamos.
Gracias Señor, porque a pesar que quede
atrapado en el carro, convertido en acordeón, producto que me estrelle contra
un árbol y un muro, a una velocidad de 120 km por hora, no me desangre, ningún
vidrio u otro objeto entro a mi rostro u órgano vital, solo pequeñas cortaduras
en la cara, y lesiones en órganos internos, que sanaste muy rápidamente.
Gracias Señor, porque otros samaritanos,
los bomberos llegaron rápido, me pudieron sacar con vida, usando para ello
maquinas hidráulicas, por más de una hora, realizaron esta labor. Gracias Señor
que no morí, a pesar de la pérdida de sangre todo ese tiempo, con sangrados
abundantes y fracturas expuestas.
Gracias Señor, por María Lily porque
estuvo conmigo, desde el momento del accidente hasta avanzado el proceso de
rehabilitación, cuidándome, alimentándome, apoyándome, animándome, bañándome,
consolándome, protegiéndome, sanándome instante a instante.
Gracias Señor, porque he podido ver,
sentir el amor de mi hija e hijos, mi papa y mama, mis hermanas y el cariño de
Carolina y Jazmina hacia mi en todo el proceso de sanación.
Gracias Señor, porque muchas personas,
pastores, pastoras, líderes religiosos y sociales y organizaciones comunitarias
han manifestado su cariño y amor por mí; por medio del envío de flores,
mensajes escritos, telefónicos, chats, correos electrónicos y al Facebook.
Gracias Señor, por el apoyo del Hospital
Militar, de su Equipo de Dirección y de todo su personal médico y de enfermería
durante la primera semana después del accidente, que estuve en ese centro.
Gracias Señor, porque preservaste mi
vida en esos cuatro lavados quirúrgicos, en donde me extrajeron pedazos de
vidrio, metal y otros materiales, en tan solo una semana, que me hicieron en el
Hospital Militar, en medio de una situación de infección y mucha pérdida de
sangre; además de la operación que me hicieron de reconstrucción del codo
izquierdo y la colocación de una tracción primero y luego un yeso en la pierna
izquierda.
Gracias Señor, porque evitaste que
perdiera la pierna izquierda.
Gracias Señor, porque usaste al
Presidente de la República, Comandante Daniel Ortega y a la Coordinadora del
Consejo de Comunicación y Ciudadanía, Rosario Murillo quienes me enviaron de
forma rápida a Cuba en un avión del Ejército de Nicaragua, este vuelo fue
directo al país caribeño, esto permitió una atención rápida y evitó mi muerte.
Gracias Señor por la cooperación solidaria de Edwin Castro Jefe de la Bancada
del FSLN en el Parlamento, el Embajador de Nicaragua en Cuba desde el principio
hasta concluir mi proceso de sanación durante estos cinco meses en el Hospital.
Gracias Señor, porque me enviaron en una
semana al Hospital “Frank País” de Cuba, uno de los mejores de América Latina
en asuntos de ortopedia
Gracias Señor, porque me recibió,
atendió y operó el Director del Hospital el Profesor Rodrigo Álvarez Cambras
uno de los mejores ortopedistas a nivel mundial; además me acompañó el Dr. Hugo
Miranda excelente ortopedista, el Dr. Zaimel tremendo infectólogo y ortopedista,
el Dr. Chávez acucioso internista, Dr. Lache Anestesista, Félix Ortiz magnifico
fisioterapeuta y otros clínicos generales, cirujanos y otra cantidad de
personal médico de la neurología, psicología, y de enfermería que estuvieron
pendiente de mi todo el tiempo, incluyendo a Roberto responsable de la cocina y
nutrición del Hospital.
Gracias Señor, porque salí bien de los
tres lavados quirúrgicos en el “Frank País”, en uno de ellos me sacaron
nuevamente vidrios y otros elementos. Cada lavado era una operación ya que
entraba a un quirófano, me anestesiaron, me abrieron la pierna izquierda para
limpiar, introducir gazas con antibióticos, examinar, manipular los huesos y
otros procedimientos más.
Gracias Señor, porque a pesar que uno de
los médicos, me había dicho en el Hospital que producto del gran impacto
recibido, se me había movido todo el sistema óseo, muscular y la pleura
pulmonar. A la hora que me realizaban las placas, radiografías y exámenes de
todo tipo, en todos salí bien.. Salió bien mi corazón, hígado, pulmones,
riñones, mi cráneo ileso. Solo encontraron fracturas en el codo, fémur, tibia,
rodilla, pie y dedo gordo de la parte izquierda, y una lesión en el Baso, esta
ultima fue sanada por ti Señor y no mereció operación.
Gracias Señor, por la atención psicológica, la Dra. Mayda a quien usaste para atender mi parte emocional.
Gracias Señor, porque me sanaste de
todas las diarreas constantes, que sumada a la pérdida de sangre, me colocaron
en una situación de deshidratación, debilidad, y bajo peso; pero de todo eso tú
Señor me levantaste y fortaleciste hasta hoy.
Gracias Señor, porque me sanaste de la
infección que tenía en la pierna, la cual podía producir la pérdida de ella e
inclusive causar una infección generalizada que me llevara a la muerte. Tu
Señor eliminaste todas las bacterias y virus de mi cuerpo, las unidades con que
se miden las infecciones, estaban arriba de 300 y lo normal era 12, luego los
bajaste a 3, Aleluya!.
Gracias Señor, por haberme subido la
hemoglobina, llegue a tenerla a 7 colocándome en estado de anemia y la subiste
a estado normal de hombre fuerte.
Gracias Señor, porque supere todo lo
referido a las transfusiones de sangre, me hicieron cuatro en Nicaragua,
equivalentes a dos litros y en Cuba solo me pusieron “una bolsita”, equivalente
a medio litro de sangre. No presente ningún rechazo, ni afectación.
Gracias Señor, porque recupere el
apetito, hubo momentos que no podía comer nada; y la mezcla de diarreas y poca
ingesta de alimentos puso en riesgo otra vez mi existencia; pero me sanaste de
todo eso, hasta llevarme de nuevo a mi peso, inclusive con nuevas formas
musculares, más solidas y torneadas. Me levantaste de ese estado esquelético,
débil y frágil en el que me encontraba para llevarme a estar fuerte física y
espiritualmente.
Gracias Señor, porque pude resistir
recibir antibióticos intravenosos por 2 meses y luego me diste la fuerza de
resistir un mes más de antibióticos ingeridos por medio de tabletas.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza
para resistir tomar centenares de pastillas, recibir inyecciones diarias y
estar expuesto a extracciones constantes de sangre para diferentes exámenes.
Gracias Señor, porque operaste mi pierna
izquierda, reconstruiste mi fémur, instalaste el fijador de acero que pesa 6 ó
7 kilos por medio del Profesor Rodrigo y otros de los mejores médicos de Cuba.
Gracias Señor, porque mi pierna no
sangro, después de la colocación de los fijadores, ya que casi todas las
personas operadas sangran después de este tipo de cirugías, el sangrado solo se
dio durante la colocación del fijador.
Gracias Señor, porque a pesar de que mi
cuerpo estaba cubierto de moretones azules, rojos y amarillos ninguno de ellos
se transformo en algo grave.
Gracias Señor, porque cicatrizaste
rápido todas las heridas de mi cara, piernas, pies, codo y otras partes del
cuerpo.
Gracias Señor, que me sanaste de las
escaras que me habían salido en la espalda, piernas y glúteos.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza
y la paciencia para soportar tres meses de dolor en el pie izquierdo, el peso y
la incomodidad de los fijadores.
Gracias Señor, porque resistí dormir con
luz, cuando siempre he dormido en la oscuridad; dormir boca arriba, cuando toda
mi vida he dormido boca abajo; comer comida grasosa y con mucha carne de cerdo,
cuando por muchos años he comido sin grasas y una dieta principalmente en base
a frutas y verduras.
Gracias Señor, que me sanaste de una
pulmonía que me dio, días antes de regresar a Nicaragua.
Gracias Señor, porque sanaste mi alma,
mi espíritu y cuerpo y así podre usar mis brazos, piernas y el corazón para
servirte.
Gracias Señor, porque en Nicaragua quedo
activada una red de personas que formaron cadenas de oración y clamor a ti, que
eres mi sanador.
Gracias Señor, porque me diste la fuerza
para resistir todos los dolores, desvelos, angustias frente al borde de la
línea de la muerte durante estos cinco meses.
Gracias Señor porque en estos meses me
salvaste la vida, me cuidaste las piernas y brazos, me levantaste de la cama,
me voy de regreso a Nicaragua, en silla de ruedas, pero completo y me voy Señor
con la fe que me vas a levantar de esta silla, me vas a quitar estos fijadores
en unos meses y pronto harás que vuelva a caminar.
8 de Septiembre 2012
Habana Cuba
Habana Cuba
Carlos Emilio López Hurtado
19 de mayo 2014
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